jueves, 1 de diciembre de 2011

Pablo el bombero




















El jefe de bomberos reunió a todo el personal en la central.
- Tenemos un compañero nuevo. Os presento a Pablo.
La carcajada fue general. El nuevo bombero era muy pequeñito.
- Pero jefe, es tan pequeño que se nos va a perder un día.
Pablo se puso tan rojo como su uniforme.
-Soy el mejor bombero de la central y lo demostraré -afirmó categóricamente el nuevo.

De repente: Uaaaaaauaaaaaauaaaaaauaaaaaaa

La alarma de la central empezó a sonar como loca.

- Rápido muchachos, ¡a los camiones! Hay una emergencia. Pablo, ve con algún compañero que te enseñe cómo funciona esto.

Pablo se metió en un camión rojo y enorme sin pensárselo dos veces. Sus compañeros todavía seguían riéndose a sus espaldas.

Niiiiiinoniiiiiiinoniiiiiinoniiiiiinoniiiiiiiinoniiiiiiinoniiiiiiiiiiiinoniiiiiiiiinoniiiiiiiiiiinoniiiiiiino

Pronto llegaron al lugar de la emergencia. Se estaba quemando un rascacielos altísimo.

- ¡Rápido, las mangueras!

Plosh, plosh, plosh, plosh. Las mangueras tiraban agua a toda velocidad.

Un vecino se acercó a ellos angustiado.
- Mi gato, mi gato -se lamentaba-. Mi gato está dentro de mi casa.
-¿Cual es su casa? -preguntó un bombero.
- Esa de ahí.
- Enseguida subo -el bombero acercó su camión y desplegó la escalera sin perder un segundo. Detrás de él, subió Pablo. Al ir a abrir la ventana...
¡Clan!
- Se ha quedado trabada, no se puede abrir más -se lamentó el bombero-. No quepo.

- Voy a por el hacha -dijo el bombero.
- ¡No hay tiempo! -exclamó Pablo-. Yo puedo entrar.
Y, dicho y hecho, el pequeño bombero se coló por la ventana sin ningún esfuerzo.
- Gatito, gatito, ¿dónde estás? -parecía que el techo no iba a aguantar mucho tiempo sin caerse. Pablo buscaba al minimo por toda la casa veloz como una flecha.
- Miauuuuuuu, miauuuuu -el gatito se había subido a lo alto de un armario.
- Ya te tengo -anunció triunfal el pequeño bombero. Sin perder más tiempo salió de nuevo por la ventana con el gatito en los brazos.
- ¡Bieeeeen! ¡Bravo por Pablo!

-¡Socorro! -oyeron los bomberos-. ¡Socorro!
-¡Allí! -señaló uno de ellos-. En esa ventana tan alta.
Una chica pedía ayuda desde el interior de uno de los pisos.
- ¡Socorro! -gritaba la chica-. El fuego se acerca. Sacadme de aquí rápido.

- Vamos a tener que subir la escalera del camión muy muy alto.

Chucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucu Subía la escalera sin parar. Alto alto.

Tan alto la subieron que el peso de un bombero y la chica podían hacer que se cayera el camión. Era muy peligroso, pero Pablo no tuvo miedo en ningún momento.
- Yo soy el que menos pesa, así que yo subiré.
En un plis estaba en lo alto de la escalera ayudando a la chica a salir por la ventana. El camión se tambaleó un poco, pero aguantó hasta que los dos estuvieron en el suelo.

- ¡Bien por Pablo! ¡Ha demostrado ser el mejor bombero de la central!
Tan bien lo había hecho que el jefe le dió su propio camión de bomberos. Era intensamente rojo y muy brillante.
- Te llamaré Nino -anunció Pablo muy contento.

- Chica, gato. ¿Queréis que os lleve a dar una vuelta en Nino por toda la ciudad?
- Síiiiiiiiiiiiiiiiiiii
- Miauuuuuuuuuuuu

Y Pablo les llevó montados en Nino por toda la ciudad para gran júbilo de los dos.

Niiiiiinoniiiiiiinoniiiiiinoniiiiiinoniiiiiiiinoniiiiiiinoniiiiiiiiiiiinoniiiiiiiiinoniiiiiiiiiiinoniiiiiiino

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